Sin saberlo, sin detectar el último crijudo de mi razón, comence a avanzar y revisar cada casa de un lugar imaginario para ti. Destruí toda concepción mal intencionada de mis recuerdos, los cuales siempre me llevan a un mismo lugar, el techo de todo lo creado por mi.
Los saborizantes artificiales de la ineficacia de unos cuantos, embarran de rosa las imagenes del lugar, ese pequeño espacio en mi cerebro que se llena de unos cuantos garabatos del día que paso y que viví moralmente con apegó a derecho. No pecados. Eso dicen.
En ese lugar, donde todos escapan alguna vez; se refugia la extraña prisa de caer en los brazos de un delicioso dolor. Estoy vivo?. A veces. Repetición, sinónimo de rostros cansados de levantar cada viernes la enorme caguama en el bar de su predilección. Amortiguan las pocas ganas de volar.
Y entre tanta mierda, algo genial atrae la atención de los no distraídos, un cactus en el techo y es tan alto que la punta araña las nalgas de ese dios, el de los santos que aullan con mil voces, las pocas emociones y los alientos congelados, impuesto por el estúpido reloj de arena, incrustado en su frente. El mismo que les indica que su pequeño bar, esta a punto de cerrar y el cual no detiene el crecimiento del cactus en el techo de algún extraño ser, que piensa en la profundidad de la raíz de este...
Aquella orilla nuestra
Hace 6 años
me recuerda a guerrero negro, porque sera? y creo ser un no distraido :p
ResponderEliminarQuien te crees para escribir algo tan genial ehh? Jejeje esta bien curada
ResponderEliminarpinche cactus puto rascandole las nalgas a dios.
ResponderEliminaraahh que bueno es no cansarse de levantar la enorme caguama todos los viernes jeje
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