martes, 5 de mayo de 2009

Los tristes y un puñado de grises pertenecientes a la nada material.

Esto es la escenificación de otra farsa, contoneante cerco de motivos inseguros, es casi un drama televisivo, deprimente y feliz. De esos que solo se dan en la cuadraturas de una humana sociedad inhumana.

Es un extraño episodio de mi inalcanzable vida, es establecer dos sentidos hacia una misma dirección. Acordarte que existen por lo menos dos ó tres, los demás los perdiste en una vana apuesta. Es estar en la conmoción de los virtuales de arcilla. Inmóviles, casi muertos. Aun respiran.

Encuentran su ausencia en su sombra, ese hueco que es lo único sustentable, progresa y que carcome las interacciones con la tierra. Caminan sin mover los pies, se abrazan a sus desgracias. Ahora el hueco es un mayor necesidad, es su mejor felicidad.

Necesitar, es una necesidad de colores o sabores o formas, los ahuyenta de su conocimiento ancestral. Es su miedo hecho figuras de monóxido de carbono. ES un virus manipulable para enfermar las peleas del animal con el viejo joven genio, entumido por tanto alcohol.

Es la voracidad del momento, es nada. Y aun así, existe. Es un algo transparente que oscila a velocidades atómicas. Se manifiesta y te empapa y te conecta al largo mar de inutilidades. Dar el si por lo perecedero. Continuar la gran línea de decepciones.

Sólo aquí, es donde el estupor de los inconscientes, con nombre y sin ritmo, buscan una canción real de latidos. Un aliento cardiaco, un soplo de mortalidad. Vibrar al ritmo de la vida. La que se siente y es. Aquí el es, es ser y ser es abandonar tu misma identidad.

No nombres, no apellidos, no marcas, no dinero, no país, no partidos, no equipos deportivos, no ídolos. Una suma de todos y una conformación de círculos cordiales. No catalogar, no clasificaciones, no necesidades, no miedos. Solo un ciclo hecho ser. Principios y finales.

Y aquí, perdido entre tantos grises de mentes volátiles, se encierra mi comienzo, mi despertar de humo, mi interacción con el viento. Soy viento, soy pradera. Mi piel suenan hermosos remolinos en el desierto. Mis manos son arrecifes del caribe y mi lengua, una extensión de igualdades mundiales.

No hay nada que nos una, no hay nada que nos separe, es conocer de frente lo que no somos y abrazar al que somos, aceptarlo sin tropiezos. Equilibrar tu zona interior y fluir como ritmo único. Sonar, soñar y hasta montar el mas grandioso show, sin creer lo mas mínimo de lo que dices.

Ahora solo mantengo mis pies en la arena, escribo mi nombre inexistente junto al tuyo y espero a que existamos, hasta que comience de nuevo el día... el hoy... el que desconocen los tristes y ese puñado de grises pertenecientes a la nada material.

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