Sostener mi mirada, no cuesta tanto trabajo como lo pensaba. Antes veía el cielo y me quedaba ciego y prefería mejor imaginar su color real. Hoy me sacudo y vuelvo a contemplar lo que contiene un pequeño horizonte, demarcado y demacrado, por algunos astutos del pasado.
Los temerosos pertenecientes al nombre, su única ventaja sobre mí es la de creer en lo predestinado, sin embargo yo creo en mí. Me entiendo y me asimilo. Extiendo mis brazos y tomo una serie de oportunidades, que al final del día se funden en lo que fuí. Me transformo y sigo siendo la constante de lo demas, el que pregunta y el que responde.
El que calla y el que comprende...
Aquella orilla nuestra
Hace 6 años
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